martes, 25 de marzo de 2014

Curaciones a un corazón roto...

No se, pero estoy casi segura que todos, absolutamente todos los que lean estas líneas han vivido más de un desamor en sus vidas. ¿Qué difícil es darle el golpe, no? Pero bueno, cuando ya no hay remedio, no hay remedio.

Entre pláticas de tinto y humo con mis amigas pude notar la diferencia de circunstancias que estamos viviendo cada una; unas están por casarse, otras acaban de ser mamas, una que otra “por fin” tienen novio y algunas con relaciones que parecían eternas borraron su “para siempre” en un abrir y cerrar de ojos. Escuché a cada una de ellas alimentando mi alma con todas sus ilusiones, compartiendo sus alegrías como si fueran mías, pero igual pude sentir el dolor de aquellas que están pasando un mal rato, partiéndome el corazón en mil pedazos.

Así que hoy voy a escribir para ellas, las que “tienen el corazón roto”. Porque pareciera que a estas alturas y después de tantas experiencias, ya es hora de que no nos doliera tanto. ¿Estamos de acuerdo? Pero por desgracia parece que con los años el dolor se potencia.

Por un lado sentimos el paso de los años y todos las reglas sociales alcanzando nuestro andar, logrando solo a veces, ahogarnos en la desesperación de “tener lo que se debe de tener a nuestra edad”. Y lo aceptemos o no, es algo que nos duele cuando nos despedimos de quien tenemos enfrente. A la “mi$%&#” todas esas reglas de lo que deberíamos de tener o como deberíamos ser. La ÚNICA cosa que debemos ser en esta vida es SER FELICES, punto y se acabo.

A todas esas mamas, abuelas, tías que solo presionan a sus hijas a llenar los estereotipos de la “vida perfecta”, abran los ojos, sus hijas son PERFECTAS. Si, con defectos y virtudes, con aciertos y errores, porque no hay nada más perfecto que un ser que endereza su andar después de sus tropiezos. Que se enamora, que se equivoca, que le rompen el corazón a sus treinta años… y “chin” se le esta yendo el tren… ¿Cuál tren? Aquel, que se fue, por la razón que sea, que hoy antes de vivir una verdadera tragedia no tuvo el valor de mantenerse sobre las vías. No son “solteronas”, para mi son SUERTUDAS, de que en el momento justo se libraron de vivir dolores más fuertes, de vivir con un hombre que no podía COMPROMETERSE, con mayúsculas y cada una de sus letras.

Se preguntan, ¿Porqué las mujeres ya no “son como antes”? ¡Jolines!, ya no hay hombres como los de antes, no los machos que solo quieren una esclava por pareja. HOMBRES, hombres como mi abuelo, que entendían lo que era tomar de la mano a alguien y no soltarla, con sus genios y apapachos, con su dureza y su alegría… Jamás soltó a su pareja perfecta de baile. Y que hasta enfermo, sin poder pararse de la cama, cincuenta años después seguía buscando conquistar a la mujer de su vida.

Ya suficiente pasan sus hijas con lidiar con sus sueños, ilusiones y planes derrumbados, como para que las estén molestando con que ahí se deberían de haber quedado, porque ya no habrá otro. Se que no todas son así, yo tengo la fortuna de tener una mamá que siempre me hizo saber que era libre, esto es solo para aquellas a las que les queda el saco, aclaro.

Y a ustedes muchachitas con corazones destrozados, créanme que las entiendo, porqué cada adiós duele. “Y es entonces cuando te das cuenta que no importan los años, ni las veces que se haya roto un corazón, cada vez duele como si fuera la primera…”. Pero esta en nosotros cuanto tiempo más regalaremos a eso que no planea ir a ningún lado con nosotros.

Empecé esta entrada con el corazón roto, con lágrimas en los ojos y mis manos sin poder presionar una tecla sin titubear, no llevaba ni dos párrafos cuando recibí una llamada que de la nada volvió a inyectarme de energía… Creo que lo pueden notar en el cambio que dio el tono de mis palabras. Y aunque no puedo compartirles de que trato la llamada, puedo compartirles que cosas cambiaron dentro de mi en cuestión de segundos para ver mi cielo mas azul.

Te acaban de decir adiós, tal vez lo veías venir o tal vez no, lo decidiste tu, lo decidió el, lo decidieron los dos… como sea, se que siempre duele.

Que te aseguro, lo sé, habrá momentos en los que te sientas sola, que extrañes ese cariño, los besos, sus abrazos, los planes y verte reflejada en su mirada que te derretía por la forma en como te veía… Es valido, déjate llorar, siente ese dolor pero se dueña tu del sentimiento, no que la tristeza se apodere del resto de tu vida. No esperes a mañana para ser feliz, solo tenemos este segundo, el siguiente no sabemos.

Que habrá días que te sientas MUY bien, que el mundo esta de nuevo en tus manos. Ámalos y aférrate a ellos con todas las fuerzas que tengas, aún que se que a veces sentimos que no las tenemos. Sonríe cada instante que puedas y busca, en esos días de energía empezar a hacer algo para ti, ejercicio, cantar, bailar, cocinar, aprender cosas nuevas… para que uses ese “buen día” como impulso. Porque, ¿Qué crees? Seguramente te volverás a sentir triste de vez en cuando y esas cosas que comenzaste en tus días azules sirvan de paraguas cuando regrese un poco de la tormenta.

Tomate el tiempo de tu duelo a solas, dale el golpe al dolor… pero ponte un límite 3 horas, 3 días, 3 semanas, el que tu decidas, pero limítate. Se que suena difícil pensar en “controlar” esto, pero no lo veas así, tómalo como tu tratamiento para una gripa, duran 3 días, 7 días, cuando mucho llegan a 10 días. No te encierres más días de lo que debes por “esta gripa”, porque piensa en todo lo que puedes llegar a verdaderamente perder.

Después de este tiempo a solas, dilo al mundo, díselo a tus amigas, al cajero del súper… a quien tu quieras. Escucharte decir que se acabo, te ayuda a enfrentar que se acabo. Si te encierras en ti misma, sueles alimentar la nostalgia que solo te llevará a pararte de nuevo en medio de la tormenta. Y además nunca sabes, tal vez al decirlo te acabes enterando que hay uno que otro pez interesado, esperando a que estuvieras sola. (Real, le acaba de pasar a una amiga)

Toma papel y pluma, pantalla y teclado, (lo que a ti mejor te funcione) y empieza a reconstruirte. Aunque no te guste escribir, hazlo, te va ayudar. De un desamor nadie se muere, así que en este momento deja de cargar culpas, no pienses en hubieras, ni en los sueños que había a su lado, esto solo te hará más daño. Con papel y pluma enfrente, ve la maravillosa oportunidad que te da la vida de volver a empezar, de escribir nuevos sueños, nuevas metas, o de retomar aquellos que abandonamos por seguir el camino de alguien mas.

Entre más rápido abras tus puños y sueltes, más rápido la vida te sorprende. No necesariamente con una pareja, eso no es todo en la vida, puede sorprenderte con oportunidades que nunca imaginaste. Abre los ojos y déjate maravillar por la increíble manera en la que trabaja este universo.

Después de tantas líneas, creo que es más que suficiente. Las dejo por hoy pero no para siempre. Si estas triste lloremos juntas, pero no para siempre y salgamos adelante como “ave fénix”.


Mónica Makaco